Como pieza histórica es valiosísimo, porque apenas quedan vasos como éste; hay uno casi igual en el British Museum de Londres y no se ha conservado entero ninguno en Palestina. Otra cosa es su valor religioso, pues se considera una de las mayores reliquias cristianas, sólo igualada por la Vera Cruz, la Sábana Santa de Turín o el Sudario de Oviedo. Pero su valor trasciende su dimensión religiosa cristiana, que es fundamental. El Santo Cáliz es un símbolo ecuménico, porque todas las confesiones cristianas hacen memoria de aquella Cena única, de la que el vaso es un vestigio tangible. A todos los cristianos habla de la entrega del Hijo de Dios por los hombres; todas las Iglesias pueden ver en ella un signo de la unidad y la paz que son los frutos principales de la Eucaristía.