Moncada – Parroquia de san Jaime, Apóstol
Milagro de la venerable Inés
Durante el periodo de incertidumbre que supuso para la iglesia el cisma de occidente, un sacerdote de Moncada llamado Mosén Jaime Carrós, vivía atormentado no sabiendo si su ordenación sacerdotal era realmente válida ya que había sido consagrado por un Obispo ordenado por Clemente VII.
El día de Navidad del año 1392, acudieron a misa de la Aurora, una mujer de la nobleza llamada Ángela Alpicat, junto con su hija de cinco años, Inés. Una vez concluida la Misa, la niña se negaba a salir de la iglesia diciéndole a la madre que quería quedarse para jugar con el niño maravilloso que el párroco había tenido entre sus manos durante la consagración.
Los dos días siguientes, la señora Ángela participó nuevamente en la Santa Misa, y cuando el sacerdote elevó la Sagrada Forma, la niña vio nuevamente al niño entre las manos del sacerdote.
La señora Ángela se acercó al sacerdote y le narró las visiones de la niña. Él comenzó a interrogarla y la niña respondía a todas las preguntas sin ninguna dificultad.
Entonces, el sacerdote tomó dos formas pero consagró una sola. Con la consagrada en la mano preguntó a la niña qué cosa veía. Ella respondió: “veo al Niño Jesús”. Luego, elevó la no consagrada y le hizo la misma pregunta. Inés respondió: “veo un pequeño disco blanco”.
Confirmado en sus dudas, el sacerdote no lograba hablar por la conmoción y la alegría. Si bien el Obispo que ordenó al párroco había sido consagrado por Clemente VII. Dios permanecía fiel a la sucesión apostólica, determinada por la imposición de las manos.